Pere Gambín Pérez

VIVENCIAS

Pere estuvo en el centro Asilo Duran de Barcelona de 1943 a 1947.

De 1947 a 1948 estuvo en la Colonia Agrícola de Santa María del Vallés (OTA) de Lliçà de Valls-Granollers.

El silencio nunca es absoluto. Pere nos dejó el 26 de noviembre del 2000, justo con el cambio de siglo, pero podemos transmitir algunas de sus experiencias gracias  a haberlo conocido a través de cinco voces de mujer. La de M. Àngels, la esposa; la de Anna, la hija; la de Isabel, la hermana; la de Dolors, la cuñada y la de Dolors (también), la sobrina. Ellas han rehecho algunos instantes y algunas vivencias de su familiar.

Un día de otoño del 2009, Dolors, la sobrina, contactó con nosotras. Ella y su prima Anna estaban recopilando información para poder completar al máximo el rompecabezas inacabado del período familiar de la posguerra, el cual tenía las raíces en los hechos sucedidos durante la guerra civil. Así fue como una tarde primaveral, en Santa Susanna, nos reunimos ocho mujeres alrededor de una mesa y, unas y otras, planteamos supuestos, explicamos experiencias propias y ajenas, recopilamos fechas y hechos, en definitiva, procuramos construir una historia a través de los recuerdos, de la memoria de ellas sobre las experiencias explicadas por el mismo Pere a lo largo de los años de convivencia.

Hay que añadir que, en aquellos momentos, la familia no había podido acceder al expediente de Pere. Por suerte, una consulta hecha por las historiadoras dio como resultado un nombre y un lugar donde poder solicitar esta documentación. La encontraron… Y pudieron añadir más piezas clarificadoras en aquel rompecabezas abierto hacía tiempo y también facilitó que nosotras pudiéramos conocer más cosas de Pere.

Pere Gambin i Pérez nació en Xerta (Tarragona), el 12 de octubre de 1930. Cuando estalló la guerra civil la familia vivía en Malgrat de Mar (Barcelona). Pere tenía un hermano mayor, Antoni, y una hermana más pequeña, Isabel. La familia había perdido dos hijas, la primera nacida el junio de 1929, murió con 14 meses y, una segunda, nacido en marzo de 1935, cuando tenía dos añitos.

El padre, Pedro Gambin Mendez, fue hecho prisionero e ingresado en la prisión Modelo de Barcelona, el 8 de febrero de 1939. El Tribunal que lo juzgó, mediante consejo de guerra que tuvo lugar en el Palacio de Justicia número 3 de Barcelona, le condenó a 30 años de reclusión (reclusión perpetua). Para cumplir la pena le trasladaron a Guadalajara el 14 de septiembre de 1942, pero unos años más tarde, el 17 de agosto de 1945, muere de anemia, según consta en el certificado de defunción, en la prisión denominada Cárcel de la Seda en Talavera de la Reina (Toledo). Las acusaciones era muy graves y, como en otros miles de casos, no habían sido comprobados los hechos, aunque en su expediente pusiera «hechos probados», frase que ya venía escrita en letra de imprenta. La realidad es que él tenía un tío, miembro importante del Comité y a él le daba trabajos como, por ejemplo, hacer guardias en un polvorín Además, no se había escondido de hacer manifestaciones públicas a favor de la República. La sentencia dice: «Se puso a las órdenes del comité revolucionario haciendo guardias en la puerta de su local provisto de fusil y pistola. Se instaló en un cuartel de la guardia civil ocupando la habitación que pertenecía al sargento destrozando parte del mobiliario y la documentación».

En este contexto, la madre, sola en el pueblo y con tres hijos, queda embarazada y tiene un cuarto hijo, Llorenç, el 30 de julio de 1943. Por lo que ha podido saber la familia recientemente al poder acceder al expediente de Pere, el capellán de Malgrat denunció los hechos al Tribunal Tutelar de Menores el 2 de junio de 1943. Los documentos dicen: «vive en una choza que se ha construido en la playa hace unas tres semanas. La situación es de extrema miseria y corruptora».  El Tribunal le quitó a la madre la patria potestad de los dos hijos menores, Pere, de casi 13 años, e Isabel, cercana a los 7, porque, «recibían ejemplos corruptores de una madre que llevaba una vida inmoral». Antoni, el mayor, tenía 16 años. La familia, hasta hace poco, había pensado que no se lo habían llevado porque estaba muy enfermo en el hospital, con tisis (de la que sanó, afortunadamente). Pero en el expediente consta una nota del inspector investigador, con fecha de 16 de julio de 1943, que hace pensar que no sería este el motivo, sino que trabajaba y tenia una casa. Lo nota dice: «Antonio es jornalero del campo, domiciliado en la casa de su abuelo y tía materna, gana 60 pesetas al mes y comidas. La Josefa (tía materna) como buena egoísta se ha quedado en casa el sobrino mayor, que es el que por tener edad de trabajar, trabaja y gana un jornal». Así pues, como hemos dicho, Pere e Isabel fueron ingresados en distintos centros de menores de Barcelona. Isabel nos habla de sus experiencias personales en un apartado propio como protagonista, así que nos centraremos en las del hermano.

Pere ingresa en el Asilo Toribio Durán el 11 de octubre de 1943. Esta institución era un centro auxiliar del Tribunal Tutelar de Menores de Barcelona con funciones reformadoras. En el expediente, hay un informe del Inspector Investigador, de 16 de julio de 1943, en el cual detalla «Pedro, de 12 años, asistió al colegio, sabe leer y escribir, y sumar. El día 13 del actual se ha colocado con un carnicero para guardar y llevar al monte a las ovejas y carneros, ganando 25 pts. semanales según le ha prometido. Este menor vagaba y aun hoy así lo hace, a su libre albedrío, pidiendo dinero o frutas de la caridad pública, para llevárselo a su casa, y alguna vez instado por su madre ha cogido frutos en los campos». Es probable que lo hiciera, pero seguro que obligado por la necesidad como tantas otras personas se vieron obligadas a hacerlo, tanto en el campo como en la ciudad.

Fácil no les fue llevárselo. En un informe firmado por Salvador Gatell, fechado el 7 de octubre de 1943, consta: «En el día de hoy se ha procedido a la recogida de la menor Isabel Gambin del domicilio de sus tíos y abuelos en donde vive también actualmente su madre […] no pudiéndose recoger a su hermano Pedro por ausencia del mismo del domicilio y a pesar de haber sido buscado por todo el pueblo con resultado negativo y habiendo informado el sr. [sic] Alcalde que hay veces no aparece el menor en dos o tres días por su casa, se ofreció espontáneamente a delegar un alguacil para que en cuanto vuelva retenga y traslade en el primer tren a ésta al menor en cuestión para su presentación a este Tribunal a fin de que sea internado».

No sabemos si, de haber estado vivo Pere, nos hubiera explicado sus vivencias en el centro. Nos hemos encontrado con personas que pasaron por este mismo lugar que no han querido hacerlo de ninguna manera. Les es tan duro y quizá tan humillante que son incapaces de hablar. De hecho, Pere tampoco explicó muchas cosas a su familia y las que explicó no lo hizo con detalle, pero intentaremos reproducir algunas de las experiencias trasmitidas. Toda la familia coincide en decir que a él no le gustaba hablar mucho de aquella época y que siempre decía que había sido muy duro el internamiento.

Poco después de ingresar, el 8 de febrero de 1944, a Pere le hicieron una «psicometría, medida de la inteligencia global, método Binet-Terman» en el Laboratorio Psicotécnico que dependía de la Junta Provincial de Protección de Menores de Barcelona. El diagnóstico fue «retraso profundo». Sería interesante que una persona profesional del mundo de la psicología o la psiquiatría diera su opinión sobre este método y los resultados que lo acompañan, porque su familia dice que mientras vivió nunca manifestó ningún síntoma de disminución mental o intelectual, cosa que se puede afirmar por la manera en que resolvía diferentes situaciones y el propio desarrollo como persona.

El método citado parece una combinación de métodos. Uno de ellos, es el instaurado por el francés  Alfred Binet (1857-1910), principal creador a principios del siglo XX de la escala de inteligencia que lleva su nombre. Esta escala se basa en la capacidad de compresión, del dominio de vocabulario, de la aritmética, etc., introduciendo el concepto de edad mental, noción que más adelante se mediría con un criterio estadístico llamado “coeficiente intelectual”. Su idea era que gracias a los resultados de estos test de inteligencia, si se aplicaban en la escuela, se podría prestar más atención a los niños y niñas con unas mayores dificultades intelectuales. Durante esta época hubo distintos debates al respecto y surgieron algunas revisiones. Posteriormente, el norteamericano Lewis Terman (1877-1956), desarrollo estudios a la inversa. Decía que en realidad los niños superdotados tienen una mejor adaptación social y desarrollo físico que no los otros, por eso hacia falta dirigir cada grupo hacia un camino distinto. Mientras que a unos se les había de dirigir hacia trabajos poco cualificados, a los otros se les había de permitir el acceso a los estudios. En 1928, Terman dirigió un grupo eugenésico que promocionaba y aplicaba la esterilización forzosa en California.

De todas maneras, por lo que hace referencia a Pere, el hecho de pasar seis años de su infancia inmerso en una guerra civil y una posguerra no le facilitó la asistencia a clase y, como tantos otros niños y niñas, se quedó en un nivel de aprendizaje muy inferior al que le correspondía por edad. Y eso no tenía nada que ver con su capacidad intelectual. En el informe médico citado, hay una nota que especifica «dice que su madre lo trajo aquí para aprender un oficio». Esta razón no concuerda con lo que se especifica en su expediente. Quizá es que éste es el motivo que le dieron para llevárselo de casa de la madre. No es la primera vez que el Tribunal daba una excusa al niño o a la niña para separarlo de la familia sin altercados. Como hemos visto, para la madre la separación era totalmente involuntaria. Dolors (familiarmente Lola, la cuñada de Pere, hermana de Maria Àngels, su mujer) explica que ella y la madre de Pere trabajaron en casa durante muchos años para una fábrica de Pineda de Mar, repasando genero de punto (cortar hilos, coser botones…). Se sentaban juntas a coser y la madre le comentó en muchas ocasiones, con dolor, «me hicieron eso sin que yo hiciera nada», refiriéndose a la retirada de los hijos. Jacinto López, Inspector Investigador, en su informe del 16 de julio de 1943, decía: «La madre no quiere que el niño sea encerrado por virtud de ese mal concepto que el vulgo tiene de tolerar que un hijo sea encerrado y de un cariño mal entendido».

Pere, para mejorar su situación, quería tocar en la banda de música del Asilo, pero no le dejaban. Quería tocar la trompeta y tenía los dientes de delante muy separados y le era un problema, pero al final lo consiguió y de esta manera salía del centro. Iban a tocar a las fiestas de los barrios y a alguna casa particular cuando hacían alguna fiesta. Muchas veces después de tocar les daban merienda o al menos conseguía caramelos.

La comida era mala. Les daban una especie de gachas de trigo hervidas (también podían ser de maíz) y como verdurales ponían las pieles de las habas que se habían comido los educadores. Dentro de la olla se habían encontrado sorpresas. Desde un periódico a una pastilla de jabón. Las ollas las removían con una pala porqué eran enormes. Si les daban una naranja se comían hasta la piel y si era un cacahuete también Un día quedaron sorprendidos porque se encontraron la mesa puesta y al lado de cada plato había una naranja y un “chusco” de pan. Pensaron «Uy, hoy comeremos bien», pero al cabo de un momento ya habían desparecido las naranjas y el pan y solo quedaba el plato vacío. Se ve que había ido una visita importante y cuando marchó retiraron los extras.

Antes de dormir cada día rezaban el padrenuestro. Eso sí, tenían que dormir con las manos fuera de las sábanas, a la vista, no fuera caso que se tocasen algo… Pero era una moralidad falsa. Pere había visto que pasaban cosas extrañas, con entradas y salidas de los despachos u otras habitaciones de chavales y capellanes, incluso un día comentó a la familia que había visto a uno de los capellanes abusar sexualmente de un chaval.

Si bien en un principio, los informes de los inspectores parecían señalar a Pere como un pequeño delincuente, a partir del año 1945 hay un cambio de concepción. Concretamente, el 18 de junio de este año, Javier Isard declara en un informe: «Este menor se porta bien y no presenta dificultad alguna en cuanto su conducta, pues se trata de un caso de facultad protectora». Mediante estos documentos y otros de posteriores, fechados el año 1946, Javier Isard se plantea la idea de enviarlo a Santa Maria del Vallès o bien a Gimenells. Incluso con la ayuda del capellán de Malgrat, buscarle un lugar en esta zona, pero de momento, no se llevaron a cabo ninguna de estas intenciones.

La familia sabía que Pere se había fugado del centro en una ocasión, pero fue gracias a ver el expediente que han concretado fechas. Fue el 30 de enero de 1947, cuando ya llevaba más de tres años interno. Pero pronto lo encontraron y el 5 de febrero reingresa. Naturalmente, fue castigado. Sobre los tipos de castigos él explicaba a su esposa que daban muchos garrotazos y uno de los que más daban, era un capellán que se llamaba Antolín.

A los pocos meses de su huida, concretamente el 29 de noviembre de 1947, finalmente lo enviaron a la Colonia Agrícola de Santa Maria del Vallès, dentro del termino municipal de Lliçà de Vall (Barcelona). Tenía 17 años. Allí la vida le cambió.

Santa Maria del Vallès (actualmente aún existe, es un centro para jóvenes de 14 a 18 años, concertado con la Generalitat de Catalunya) formaba parte de la Obra Tutelar Agraria (entonces era un patronato privado, ahora es una fundación), creada por Ramon Albó en 1928. Una de las principales finalidades era la repoblación del campo y, de paso, se ofrecía a chicos y chicas (también había centros femeninos) la posibilidad de aprender a ser campesinos y tener una salida laboral. A menudo se enviaban niños y niñas considerados conflictivos, no tan solo por motivos de delincuencia sino por tener alguna disminución psíquica. Quien sabe si el informe que le hicieron en el Laboratorio Psicotécnico facilitó el ingreso de Pere en este centro. Sea cual sea el motivo, para él fue una suerte.

De Santa Maria del Vallès y de su director, Josep Domènech i Mas, siempre guardó un buen recuerdo. Allí fue feliz, al menos es lo que ha trasmitido a su familia. Él les explicaba que tenía libertad, no les pegaban y podía dormir bien Trabajaba en el campo, llevaba un carro, labraba y hacía otros trabajos agrícolas y, además, se sentía adulto, pues le daban racionamiento de tabaco (ahora, el hecho de dar tabaco a un adolescente nos parece una barbaridad, prácticamente un delito, pero entonces era muy normal) y podía salir los fines de semana. Cuando lo hacía, acostumbraba a ir a Granollers.

No estuvo mucho tiempo. El 5 de setiembre de 1948 marcha hacia Santa Susanna. El capellán de Malgrat se encarga de hacer un escrito al Tribunal de Menores explicando que pueden colocarlo en la casa de campo donde trabaja su hermano Antoni, ya que ha de marchar para hacer la mili. Es así como con casi con 18 años y 6 de internamiento, contando los dos centros, le dejaron ir a trabajar a Santa Susanna. Claro que le encargan al capellán que «quede suficientemente separado de su madre, cuyo trato deben evitar los guardadores del menor» y que vaya enviando informes de su comportamiento. Este hombre se convierte en una especie de vigilante perpetuo de Pere. En el expediente se han encontrado muchas cartas del religioso, en las cuales la principal preocupación que transmite a través de estos escritos es que Pere no cumplía con su deber de ir a misa. El Tribunal lo acaba nombrando delegado de vigilar a Pere en las cuestiones religiosas. La obsesión de este capellán llegó a unos extremos enfermizos. El 20 de junio de 1951, cuando sólo le faltaban a Pere unos 4 meses para la mayoría de edad, aún lo quieren bautizar sub-conditione, ya que por la quema de documentos en la parroquia de Xerta, no pueden confirmar que el chico había sido bautizado.

Esta es la pequeña historia del paso de Pere por los centros de internamiento. Son pinceladas, simples fragmentos. Pero ningún detalle es despreciable. Todo son piezas que acaban constituyendo un gran bloque.

Y una cuestión muy importante, Pere, aunque ya no esté con nosotros, continua formando parte de una familia que no lo ha olvidado De una familia que se ha mantenido unida a pesar de la malévola intención de las instituciones franquistas de disgregarla.

Pere Gambín-1948
Pere Gambín en Ceuta
Familia Gambín

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